Cuenta la leyenda del Puente del Arcoíris que cuando los ángeles de cuatro patas (y cualquier otra criatura que hayamos amado) se despiden de nosotros y con un suspiro dejan escapar su último adiós, atraviesan este puente. Al otro lado de este, se encuentran prados y colinas en los que pueden correr, jugar y disfrutar de su inocencia… Dicen que ahí, al otro lado del Puente del Arcoíris, hay suficiente espacio, comida, agua y sol para que todos ellos se sientan bien. Además, según esta leyenda, todos los que han estado enfermos, han sido mutilados o cruelmente lastimados, ven su salud restaurada y rebosan alegría.
Según esta hermosa leyenda del Puente del Arcoíris, nuestros amigos se encuentran contentos y satisfechos excepto porque ellos extrañan a alguien especial que dejaron al otro lado del Puente del Arcoíris. Por eso, de pronto, mientras todos corretean y juegan, alguno se detiene y clava su brillante mirada en el horizonte.
El Puente del Arcoíris de los animales abandonados
La leyenda del Puente del Arcoíris no se olvida de aquellos animales que no pudieron, en vida, disfrutar del amor de una persona. Así, el emotivo relato de nuestra leyenda, prosigue de esta forma… “De repente en el Puente del Arcoíris, amaneció de forma diferente a los días normales tan llenos de sol; este era un día frío y gris, el día más triste que puedes imaginar. Los recién llegados no sabían que pensar, nunca habían visto un día de este tipo allí. Pero los animales que llevaban más tiempo esperando sus seres queridos sabían perfectamente lo que pasaba y se fueron juntando en el camino que lleva al Puente para mirar. Esperaron un poco y llegó un animal muy mayor, con la cabeza muy hundida y arrastrando su cola. Los animales que llevaban tiempo allí sabían inmediatamente cuál era su historia porque habían visto pasar esto muchas veces. Este animalito fue acercándose lentamente, muy lentamente, era obvio que tenía un gran dolor emocional, aunque no había signos físicos de dolor.
Al contrario de los otros animales que esperaban en el Puente, este animal no había vuelto a la juventud, ni había vuelto a estar lleno de la salud y alegría. Mientras caminaba hacia el Puente, veía como todos los otros animales lo miraban a él. Sabía que este no era su sitio y que cuanto antes pudiera cruzar el Puente, sería feliz. Pero esto no sería así. Cuando se acercó al Puente, apareció un ángel y con cara triste le pidió perdón y le dijo que no podía cruzar. Solamente aquellos animales que estaban acompañados de sus personas queridas podían cruzar el Puente del Arcoíris. Sin ningún otro sitio para ir, el animal mayor dio la vuelta y entre los prados vio a un grupo de otros animales como él, algunos mayores, otros muy frágiles. No estaban jugando, simplemente estaban tumbados en la hierba, mirando el camino que llevaba al puente del Arcoíris. Entonces, él fue a juntarse con ellos, mirando el camino y quedó allí esperando.
Uno de los recién llegados al Puente no entendía lo que había visto y pidió a otro que le explicaran qué pasaba. «¿Ves ese pobre animal y los otros que están allí con él? son los animales que nunca tuvieron una persona. Este al menos llegó hasta un refugio; entró en el refugio igual que lo ves ahora, un animal mayor, con el pelo gris y la vista algo nublada. Pero nunca consiguió salir del refugio, y se murió solamente con el cariño de su cuidador para acompañarlo mientras se fue de la tierra. Como no tenía una familia para darle su amor, no tiene a nadie que le acompañe para cruzar el Puente».
El primer animal se quedó pensando un momento y preguntó: ¿Y ahora que pasará? Antes de recibir la respuesta, empezaron a romperse las nubes y un viento muy fuerte las hizo desaparecer. Podían ver a una persona, sola, acercándose al Puente, y entre los animales mayores todo un grupo de ellos fue repentinamente bañado en una luz dorada y de nuevo eran otra vez animales jóvenes y sanos, llenos de vida. «Mira y sabrás,» dijo el segundo.
Otro grupo de animales de los que estaban esperando, también se acercaron al camino y bajaron sus cabezas mientras se acercaba aquella persona. Al pasar por delante de cada cabeza, la persona le tocó a cada uno, a algunos les daba una caricia, a otros les rasgaba las orejas cariñosamente… Los animales que habían rejuvenecido se fueron poniendo en una fila detrás y siguieron a la persona hacia El Puente. Luego, cruzaron el Puente juntos. ¿Qué ha sido eso? preguntó el primer animal. Y el segundo le dijo: “Esa persona era gran amante de los animales y trabajaba en su defensa. Los animales que viste bajando sus cabezas en señal de respeto eran los que encontraron nuevos hogares gracias al esfuerzo de tales personas. Claro, todos esos animales cruzarán el Puente cuando llegue su momento, cuando lleguen los que eran sus nuevas familias. Pero los que viste mayores y luego rejuvenecidos, eran los que nunca encontraron una casa… y como no tuvieron familia, no podían cruzar el Puente. Cuando llega una persona que haya trabajado en la tierra para ayudar a los animales abandonados, se les permite un último acto de rescate y amor. A todos aquellos pobres animales para los que no pudieron conseguir familias en la tierra, se les permite acompañarlos para que también puedan cruzar el Puente del Arcoíris».
“Los perros tienen tanto que dar y a la gente le da por hablar y hablar. Cuando piensas que tu perro ha muerto, sólo se ha quedado dormido en tu corazón y por cierto, está moviendo su cola como un loco, ¿ves?, por eso te duele tanto el pecho y lloras todo el tiempo. ¿Quién no lloraría con un perro feliz moviendo la cola en su pecho? ¡Ay! ‘Tac tac tac tac, eso duele. Pero sólo menean su cola cuando están despiertos. Entonces es cuando dicen: “¡Gracias jefe! Gracias por dejarme un lugar calentito para dormir y además siempre al lado de tu corazón, el mejor sitio”